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lunes, 14 de marzo de 2011

Directo a su conciencia

Consejos para la familia

La causa mayor de la desintegración social en el mundo es la desintegración de la familia. Lamentablemente las soluciones que los gobiernos y los intelectuales dan para ayudar a restaurar los hogares no a servido para nada porque cada día la célula fundamental de toda sociedad se destruye mas y mas. Sin embargo, aunque no lo parezca, hay esperanza. La respuesta la tiene Dios nuestro Creador. Como buen Creador que es, Él se encargó de que se produjera un libro en el que incluiría el equivalente a un manual de mantenimiento del ser humano. Ese libro es la Biblia. Dios se empeñó en que ese Manual estuviera al alcance de todos para que cada uno de nosotros, fuera cual fuera nuestra condición, pudiera acudir a él y encontrar allí la solución.
Al consultar el consejo divino sobre la familia —esa institución sagrada que Dios mismo estableció y a la que le da tanta importancia en la Biblia— encontramos algunos factores claves que están causando la desintegración familiar.
Uno de los problemas más grandes en la familia de hoy es la falta del temor de Dios, de respeto y de comunicación, estos son elementos básicos en cualquier relación exitosa.
La palabra de Dios nos dice: «Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. "Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra." Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor» (Efesios 6:1-4).
En realidad, tanto los padres como los hijos tienen responsabilidades y deberes que deben cumplir para lograr una buena relación y un ambiente agradable en el hogar.
Las siguientes consejos podrían ayudar a mejorar esa relación tan especial e importante para todos los miembros de la familia:
• El respeto. El respeto no se impone el respeto se gana con el buen ejemplo. Los hijos respetarán y obedecerán a los padres que les muestren respeto y les den ejemplo. Obedecer es reconocer la autoridad. El respeto ganado con el ejemplo conduce directamente a la obediencia y al amor. Los padres que deseen mejorar la relación con sus hijos, en vez de señalar constantemente y cantaletosamente sus errores e ineptitudes, les conviene mas bien estudiar y centrarse en sus dones, talentos y habilidades a fin de ayudarles a su desarrollo. Tenga por cierto que su hijo tiene más virtudes y talentos que defectos. Recuerde que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. (Gen 1:26-27)

• Saber escuchar. El elemento clave de la buena comunicación es saber escuchar, así se ganara el privilegio de ser escuchado. No es simplemente oír lo que la otra persona dice, sino prestar atención con el deseo de comprenderla y ayudarla con sabiduría. Si hace eso con su hijo su relación mejorara notablemente (Stg 1:18)

• Diga la verdad, pero con amor, para que sea edificante y no destructiva. Así inspirará confianza y cambio, cosas que no pueden faltar en una buena relación familiar. La verdad dicha sin amor no causara el efecto esperado.
(Gálatas 6.1)

• Sea humilde y reconozca cuando ha cometido un error, una falta o una ofensa, y pida perdón. Cuando se trata de mantener la armonía y la paz en el hogar, no espere a que la otra persona tome la iniciativa; tómela usted más bien. Lo más probable es que la otra persona este deseando de todo corazón que usted la busque. (Efe 4:26-27)
Debido a nuestra naturaleza pecaminosa que se reflejan en el orgullo la prepotencia y el egoísmo las relaciones humanas son difíciles, sobre todo en el hogar. Sin embargo, Dios nos ofrece una respuesta por medio de su Hijo Jesucristo. Él puede y quiere cambiar nuestra naturaleza pecaminosa, para traer la sanidad que nuestra vida y nuestro hogar tanto necesitan. ¡Cristo es la respuesta! Ríndase a él, reconózcale y confiésele su pecado, crea de corazón que él murió y resucito para el perdón de sus pecados y para darle una nueva naturaleza.

Recuerde que fue Dios quien estableció la magna institución que conocemos como la familia, entréguele su vida y su hogar a Él para contrarrestar la desintegración familiar que está plagando todas las sociedades del mundo. ¿Quién mas que el autor y diseñador de la familia puede ayudarle? Cristo no sólo quiere ser el Señor y Salvador de nuestra vida, sino que desea posesionarse como Señor y Salvador de nuestra familia y de nuestro hogar. A el sea la gloria por siempre. (Hechos 16:31).

viernes, 11 de marzo de 2011

Directo a su conciencia

LA VIGA EN EL OJO

“¿Por qué te fijas en la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que llevas en el tuyo?”.
Mateo 7:3

Había una vez, un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo. Un día, un joven viajero se le acercó y le preguntó: “yo nunca he venido por estos lugares, ¿cómo son los habitantes de este pueblo?”.
El anciano le respondió con otra pregunta: “¿cómo eran los habitantes del pueblo del que vienes?”
El joven contesto:
“Egoístas, envidiosos, prepotentes y malvados. Por eso estoy muy contento de haber salido de allá”.
“Así somos los habitantes de este pueblo”, le respondió el anciano.
¿Y tu como eres? volvió a preguntarle el anciano.
Yo soy una persona muy buena, no soy egoísta, ni envidioso, ni prepotente, ni malvado. Contesto el joven, por lo cual este pueblo no es para mi, y se marcho.
Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta: “No soy de este lugar, ¿cómo son los habitantes de este pueblo?
El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta: “¿cómo eran los habitantes del pueblo de dónde vienes?”
«No me atrevo a decir nada malo de ellos, porque me pesa demasiado mi propio pecado!» sin embargo lo que si le puedo decir es que es gente generosa, hospitalaria, honesta y no son envidiosos. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.”
“También los habitantes de esta ciudad son así”, respondió el anciano.
¿Y tu como eres? le pregunto el anciano.
En realidad no soy tan bueno, soy poco generoso, poco hospitalario, envidioso y poco honesto, pero a pesar de mis errores tenia muchos amigos que me a dolido mucho tener que dejarlos. Quizás aquí encontrare buenos amigos. Dijo el joven y entro en el pueblo.
Un hombre que había llevado sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado las conversaciones, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:
“¿cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta que le hicieron estas dos personas?”
“Mira -le respondió el anciano
Cada uno lleva un universo en su corazón. Quien se dedica a mirar y a juzgar las faltas de los demás y no mira sus propias faltas terminara creyéndose muy bueno, y por tanto ninguna persona podrá ser de su agrado, y al final terminara solo, amargado, y separado de Dios.

Debemos aprender cada vez con mayor claridad que la crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón del que critica que con la realidad del criticado. Cuando nos pesa mas el peso de nuestro propio pecado no nos atreveremos a juzgar a los demás. Con humildad miramos a los demás como mas excelentes que nosotros, mirando y valorando mas sus virtudes que sus faltas.

Mat 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Pro 11:12 El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; Mas el hombre prudente calla.